La guardia del Hospital Pedro Elizalde este año. La bronquiolitis es la primera causa de neumonía viral en chicos y cada año mueren en el mundo unos 100.000 a 300.000 bebés. Foto: Juano Tesone
Terminado el invierno y, casi por completo, la primavera, la vacuna para embarazadas que busca prevenir las internaciones por bronquiolitis en bebés recién nacidos acaba de pasar su primera gran prueba: datos preliminares de un estudio de fase 4 mostraron una efectividad del 73,9% en la prevención de cuadros severos por el virus sincicial respiratorio (VSR) en lactantes de hasta seis meses cuyas madres habían sido oportunamente inmunizadas.
Hablamos de personas gestantes que recibieron una vacuna y que, a través de la placenta, les pasaron anticuerpos neutralizantes a los fetos, una novedad en la prevención de la bronquiolitis en la que la Argentina incursiona hace menos de un año.
Algunos datos ayudan a ponderar la información que sigue en estas líneas. En primer lugar, la bronquiolitis no es un refrío: es considerada la primera causa de neumonía viral en chicos y cada año mueren en el mundo unos 100.000 a 300.000 bebés por este cuadro. Además, no está de más recordar que la confirmación de una infección no bacteriana elimina la opción del antibiótico como “solución fácil”. En este punto, las vacunas que van abultando al calendario oficial cobran un protagonismo sideral.
Sin embargo, cuando en diciembre se sumó esta dosis al calendario obligatorio para personas gestantes, brotaron cuestionamientos desde muchos flancos, incluyendo los de obstetras que (aun con las publicaciones científicas en la mano) sembraron dudas en las pacientes. ¿Era seguro darse esta vacuna?
“Los datos que obtuvimos y que estamos por mandar a revisión para que se publiquen mostraron ser absolutamente consistentes con los que ya habíamos visto en el estudio de fase 3”, contó, con entusiasmo, Gonzalo Pérez Marc, médico de la compañía I-Trials que, con Analía Rearte (ex directora nacional de Epidemiología y actual responsable del llamado “Hub de Innovación en Políticas de Salud y Equidad” de la UNSAM), estuvo a cargo de la farmacovigilancia de este fármaco.
La guardia del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez en invierno. La bronquiolitis es la primera causa de neumonía viral en chicos y cada año mueren en el mundo unos 100.000 a 300.000 bebés. Foto: Juano Tesone
La fase 4 o de «farmacovigilancia» es aquella en la que los medicamentos son estudiados “en la calle”. No se mide la “eficacia” del medicamento o vacuna en el cuerpo (variable que, al igual que “seguridad”, se testea en las fases de investigación previas) sino la llamada “efectividad”. Es decir, cómo funciona la droga en la vida diaria de cierta población. Esto es, en el “mundo real”, hábitat en que las personas interactúan de modos muy diversos e impredecibles, lo que deriva en unas condiciones contextuales absolutamente ingobernables para los investigadores.
En línea con estos conceptos se hizo el llamado «estudio BERNI». Fue realizado entre abril y septiembre de este año con la intención de capturar las primeras mediciones de la camada inicial de bebés que -si sus madres se vacunaron- estuvo en condiciones de recibir los anticuerpos neutralizantes contra el VSR a través de la placenta.
La apuesta de los investigadores era que, de los cerca de 500 bebés analizados en 12 hospitales públicos y privados de las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Río Negro, Salta, Mendoza y Santa Fe, hubiera, detrás, unas cuantas personas gestantes que entre las semanas 32 y 36,7 decidieron vacunarse con esta dosis.
Hay que remarcar que los resultados difundidos este lunes no fueron publicados formalmente, pero según los investigadores a cargo, hay cuatro cifras que juzgan satisfactorias y que además son elocuentes acerca de las capacidades que ofrece la vacuna.